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“Sí, hay muchas soluciones técnicas e igualmente validas para un problema, la que ofrece al usuario un mensaje de belleza y emoción es la arquitectura” Luis Barragán.
Como muchos sabréis, octubre es el mes para la concienciación del cáncer de mama. En este año, para recordaros esta campaña, dedicamos esta entrada de blog a Luis Barragán, ya que la imagen de una de sus obras nos valdrá para teñir de rosa nuestro Facebook durante este mes. Barragán fue un magnifico arquitecto de origen mexicano, ganador del Pritzker en 1980 (los Óscar de la arquitectura). Fue el padre de la modernidad en el país centro americano, y su obra está llena de ejemplos de arquitectura vernácula mexicana, con un extenso colorido e intención. Pero también con una fuerte influencia del norte de África y España. Si revisáis su port-folio veréis una cantidad de obras maestras, muchas de las cuales de fama mundial más allá del círculo de arquitectos. Obras con nombres tan sugerentes como “La Fuente de los Amantes”, las cuadras de San Cristóbal (la que encabeza este artículo), la Casa Giraldi (y su famosa jacaranda), Convento de las Capuchinas… Pero hay una de ellas, también una obra maestra, que según algunos rumores, guarda un secreto: la casa estudio que se construyó para él mismo en el año 1947. La casa se levantó en un solar de su propiedad que fue segregado para disminuir la superficie, y presenta una fachada bastante anodina. La idea era preservar la privacidad del interior de la vivienda. De la influencia del norte de África, barragán aprendió a tratar la luz del sol, la cual puede llegar a ser considerada un enemigo en la arquitectura de latitudes similares. Una incidencia directa del sol en una vivienda en México puede llegar a ser un problema. Como dijo Aires Mateus (arquitecto Portugués), “la luz en el sur se pinta”. Con estas premisas, el arquitecto trató la luz y la sombra durante toda su obra, y en concreto en su casa hizo un fuerte estudio de los espacios y la incidencia de la luz sobre ellos. Para ello jugó con espacios de pequeñas dimensiones y oscuros que precedían a otros de mayor iluminación y espaciosos. En la foto que veréis a continuación aparece el vestíbulo de la casa, con una solería de piedra negra y las paredes pintadas en rosa (un color que acompañó mucho a este artista). La iluminación es cenital, y no existe contacto directo con el exterior. Desde aquí parte una escalera que termina en una misteriosa puerta, buscando el carácter de sorpresa. A partir de ahí se desarrolla el programa principal del resto de la vivienda (existen una serie de accesos secundarios en el vestíbulo también). La idea es que se experimente una sensación similar a la paz que se tiene al entrar en un espacio sagrado, con cierto misterio y creando una atmosfera de una gran intimidad y serenidad.
Pues bien, parece ser que hay sólo un momento del día, en determinadas fechas del año, en que la luz del sol no es difusa en este vestíbulo, y entra de manera directa… es uno de los momentos más usados por los fotógrafos de arquitectura (desconocedores de la intención del artista) para plasmar el espacio, ya que según se comenta, Barragán nunca quiso que el sol penetrara de manera directa… lo que fue un error de cálculo del arquitecto, se ha convertido involuntariamente en una de sus imágenes más potentes. ¿Podéis ver como el espacio es totalmente diferente con el cambio de luz y pierde toda la intencionalidad? ¿Será verdad que Barragán nunca quiso este fenómeno o forma parte de la leyenda?
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