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Muchas veces se oye decir la frase. “¿para qué habrá puesto eso ahí el arquitecto?” o “¿en qué estaría pensando al diseñar eso?”… siempre que la oigo, recuerdo la anécdota de cómo se creó el primer iMac. En el año 1998, Jony Ive, diseñador estrella de Apple, recibió el encargo de diseñar el que debería ser el ordenador del futuro, ya que Steve Jobs quiso dar un salto adelante dejando atrás los diseños que él entendía como ya obsoletos. Este nuevo ordenador, por ejemplo, fue el primero en no incluir disquetera, y contar directamente con una ranura de CD… A la hora de diseñar la carcasa, se me ocurren cientos de criterios que pueden primar por delante de otros: factores económicos de producción, posibilidad de estandarizarlo, reciclaje de diseños o piezas anteriores, factores meramente estéticos… Pero Ive también iba un paso por delante de todo eso. El ordenador debía ser integral, es decir, monitor, teclado y la torre en una sola unidad, y que al sacarlo de la caja, estuviera listo para usarse. La carcasa que se diseño iba a ser predominantemente curva, trasparente, con colores vivos. Para que resultara más atractivo, incluso se visitaron fábricas de gominolas. Pero lo más controvertido del proyecto fue que Ive le incluyó un asa al ordenador. “¿En qué estaba pensando el diseñador cuando le añadió un asa a un ordenador que va a estar siempre encima de la mesa?”… pues según declaró él mismo, en aquella época, la gente no estaba acostumbrada a tratar con la tecnología y a muchos les daba miedo hasta tocar un ordenador. Al colocar el asa, la relación se estrechaba e invitaba a la sociabilidad y a tocarlo. Lo convertía en un elemento domestico, controlable y accesible. Dejaba claro quién domina a quién. El proceso de fabricación fue duro, y muy criticado por los ingenieros de producción con los que tuvo que lidiar en multitud de ocasiones Steve Jobs. Finalmente el asa se realizó, y hoy en días los ordenadores forman parte del mobiliario domestico de cualquier vivienda. “¿fue por mérito de Ive o por coincidencia?”, pues nunca lo sabremos… el caso es que la mayoría de las veces, en un buen diseño, todo, por inútil que parezca, está pensado. Todo tiene una intención ya sea más o menos esotérica. Y todas las decisiones tienen sus pros y sus contras, que se deben valorar como conjunto y no de manera aislada. |